La prueba de Turing


Alan Turing
En 1950, en un artículo publicado en la revista Mind, Alan Turing escribió esto:
Yo creo que en unos cincuenta años será posible programar computadoras, con una capacidad de almacenamiento de alrededor de 109, para que sean capaces de jugar tan bien al juego de la imitación que un interrogador promedio no tendrá más del 70 por ciento de probabilidad de hacer la identificación correcta después de cinco minutos de interrogatorio.
¿Por qué precisamente un 70 por ciento? Porque estudios realizados en los que una persona trataba de engañar sobre su sexo a otra que no podía verla, daban ese resultado. En un setenta por ciento de los casos, la persona que tenía que adivinar si le estaban engañando acertaba con la respuesta correcta. Con otras palabras, lo que viene a decir Turing es esto: 
Si la máquina llegara a ser capaz de engañar a los seres humanos, haciéndose pasar por humana, con la misma facilidad con que un ser humano puede engañar a otro, habría que considerarla inteligente.

Para cuándo la inteligencia artificial fuerte


Ramón López de Mántaras
Se dice que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. En otras palabras, cuesta mucho aprender de la historia (especialmente cuando no se enseña) y aprender de los propios errores. Esto está ocurriendo en relación con el campo de la Inteligencia Artificial. En el artículo anterior mencioné que los creadores del nombre de esta disciplina predijeron que en 10 años se obtendrían resultados espectaculares. Veinte años después se lanzaron las campanas al vuelo cuando se inventaron los sistemas expertos. En 1990, Ray Kurzweil predijo, en su libro The age of intelligent machines, que la inteligencia artificial fuerte llegaría para el año 2000. En 1999, cuando vio que no se iba a cumplir su predicción, la trasladó al 2010 en su nuevo libro The age of spiritual machines. Como esta predicción tampoco se cumplió, entre 2009 y 2014 la retrasó hasta el 2029. Parece que últimamente hace predicciones menos optimistas en este campo, aunque ha pasado a hacerlas sobre la inmortalidad, como mencioné en otro artículo.
Últimamente, los medios están volviendo a lanzar las campanas al vuelo anunciando la inteligencia artificial fuerte, la de verdad, para dentro de tres años, o como mucho diez. ¿Qué dicen al respecto los verdaderos expertos, los que investigan sobre inteligencia artificial? Citemos a Ramón López de Mántaras, director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial (IIIA, del CSIC), Premio Donald E. Walker de Inteligencia Artificial en 2017, galardonado con el EurAI Distinguished Service Award en 2016, Premio Nacional de Informática 2012, y Robert S. Engelmore Award de la Association for the Advancement of Artificial Intelligence (AAAI) en 2011:

Qué es la inteligencia artificial


Hal 9000, de la película 2001, una odisea del espacio
Últimamente se está abusando de los términos inteligente e inteligencia artificial. Veamos algunas noticias recientes que han aparecido en diversos medios de comunicación:
  • Bancos inteligentes con carga móvil gratuita por energía solar y acceso a Wi-Fi. Estos bancos públicos callejeros instalados en Londres por la empresa Ford incorporan un repetidor de wifi y una placa solar que les da energía para cargar un teléfono móvil. ¿Dónde está la inteligencia del banco? En ninguna parte. En todo caso, la inteligencia corresponde al ser humano al que se le ocurrió montar esos dispositivos. Lo contrario sería como decir que nuestras casas son inteligentes porque tienen luz eléctrica y una conexión a Internet.
  • China implanta cubos de basura inteligentes. También en este caso el cubo de basura incorpora una placa solar conectada a un cargador de teléfonos móviles. En el futuro dispondrán también de repetidor de wifi y de un dispositivo para desinfectar la basura con rayos ultravioleta. Como en el caso anterior, se confunde la mera presencia de un dispositivo eléctrico o electrónico con la inteligencia.
  • Goodyear prueba un neumático que predice cuándo debes cambiarlo. El neumático lleva incorporado un sensor inalámbrico que detecta cuando debe ser reemplazado y lanza el aviso correspondiente. Aunque este caso es algo más complejo que los dos anteriores, de nuevo se llama inteligencia a lo que no lo es, pues para implementarlo basta con un sensor y un dispositivo electrónico sencillo, más o menos equivalente a esos radio-dispositivos que desde hace décadas se incorporan a los animales salvajes para seguir sus desplazamientos y vigilar sus actividades.
  • China sube la inteligencia artificial al espacio. El satélite lleva un software que permite recibir datos desde una aplicación que funciona en un teléfono móvil. Poner software en satélites no es nada nuevo, se hace desde hace muchas décadas. Lo que se ha hecho en este caso es una simple aplicación de comunicación de datos. ¿Dónde está la inteligencia?
Como se verá, lo que ahora llaman inteligente es lo que antes se llamaba automático. Pero claro, la palabra inteligente tiene más gancho, por eso se abusa de ella. En la misma línea, últimamente se tiende a llamar inteligencia artificial lo que antes se llamaba informática.

Las apuestas de Pascal y de George Smith


Blaise Pascal
Blaise Pascal (1623-1662) es conocido por su actividad matemática (inventó el triángulo de Pascal), física (demostró el principio de Pascal, inventó la prensa hidráulica, hizo experimentos sobre la presión atmosférica) y especialmente por sus Pensées (Pensamientos), uno de los cuales contiene el primer ejemplo conocido del uso de la teoría de juegos, cuyo desarrollo teórico tuvo que esperar hasta el siglo XX. Este ejemplo es la famosa apuesta de Pascal, que expresó así:
Dieu est ou il n’est pas. Mais de quel côté pencherons‑nous?... Pesons le gain et la perte en prenant croix que Dieu est. Estimons ces deux cas : si vous gagnez, vous gagnez tout, si vous perdez, vous ne perdez rien. Gagez donc qu’il est sans hésiter. 
Cuya traducción española es:
Dios existe o no existe. ¿De qué lado nos inclinaremos?... Pesemos la ganancia y la pérdida, suponiendo que Dios existe. Estimemos los dos casos: si ganas, lo ganas todo; si pierdes, no pierdes nada. Apostad pues, sin dudarlo, por su existencia.

El fin de la humanidad


Lord Kelvin
En un artículo anterior en este blog hablé del mito de la Ilustración, que dio lugar a la teoría del progreso indefinido y a la previsión de avances enormes para la humanidad, que estarían a su alcance en un futuro no demasiado lejano. A pesar de que la primera mitad del siglo XVIII supuso un freno en casi todas las actividades culturales de nuestra civilización, incluida la ciencia, ellos estaban encantados de haberse conocido. Friedrich Melchior, barón von Grimm (1723-1807), lo expresó con inigualable candor, con estas palabras [1]:
El siglo XVIII ha superado a todos los demás en los elogios que se ha prodigado a sí mismo.
Una de las ideas que se puso en boga por entonces fue la de que los avances científicos permitirían al hombre alcanzar la inmortalidad en breve plazo. Aunque la idea se remonta a Roger Bacon como algo posible, aunque muy lejano, a finales del siglo XVIII parecía mucho más cerca. De ahí la anécdota que se cuenta de la octogenaria mariscala de Villeroi, que al asistir al ascenso del profesor Charles en un globo de hidrógeno, exclamó:
Si, es cierto; descubrirán el secreto de no morir ¡cuando yo ya esté muerta!
Las ideas optimistas del siglo XVIII dieron un vuelco impresionante en el XIX, en el que pasó a dominar una visión más pesimista del futuro de la humanidad, que se basó principalmente en dos descubrimientos: